domingo, 4 de noviembre de 2007


Parábola de los gemelos

Dos seres iban –juntos– de camino hacia la vida y sucedió que, mientras estaban en camino, se pusieron a conversar entre ellos sobre qué era lo que les esperaba cuando llegasen al término del camino...

Fueron concebidos los dos gemelos en un seno. Pasaron las semanas y éstos crecieron. A medida que fueron tomando conciencia, su alegría rebosaba:

-Dime: -¿No es increíble que vivamos? ¿No es maravilloso estar aquí?.

Los gemelos empezaron a descubrir su mundo. Cuando encontraron el cordón que los unía a su madre y a través del cual les llegaba el alimento, exclamaron llenos de gozo:-¡Tanto nos ama nuestra madre que comparte su vida con nosotros!.

Pasaron las semanas, luego los meses. De repente se dieron cuenta de cuánto habían cambiado. --¿Qué significará esto?–preguntó uno.

–Esto significa –respondió el otro– que pronto no cabremos aquí dentro.
-No podemos quedarnos aquí: naceremos.
-¡En ningún caso quiero verme fuera de aquí –objetó el primero.
-¡Yo quiero quedarme siempre aquí!.
-Reflexiona. No tenemos otra salida –dijo su hermano–.
-Acaso haya otra vida después del nacimiento.
-¿Cómo puede ser esto? –repuso el primero con energía–.
-Sin el cordón de la vida no es posible vivir. Además, otros antes de nosotros han abandonado el seno materno y ninguno de ellos ha vuelto a decirnos que hay una vida tras el nacimiento. -¡No, con el nacimiento se acaba todo!¡Es el final!.

El otro guardó las palabras de su hermano en su corazón y quedó hondamente preocupado. Pensaba:-Si la concepción acaba con el nacimiento, ¿qué sentido tiene ésta vida aquí? No tiene ningún sentido. A lo mejor resulta que ni existe una madre como siempre hemos creído.

-Sí que debe existir –protestaba el primero. De lo contrario, ya no nos queda nada.
-¿Has visto alguna vez a nuestra madre? –preguntó el otro–. A lo mejor sólo nos la hemos inventado. Nos la hemos forjado para podernos explicar mejor nuestra vida aquí”.

Así, entre dudas y preguntas, sumidos en profunda angustia, trascurrieron los últimos días de los dos hermanos en el seno materno. Por fin llegó el momento del nacimiento. Cuando los dos gemelos dejaron su mundo, abrieron los ojos y lanzaron un grito. Lo que vieron superó sus más atrevidos sueños.